Autora: Ángeles Doñate
Editorial: Ediciones B
1ª edición: febrero de 2015
Nº Páginas: 372
ISBN: 9788466655989
Género: Narrativa actual
Autora
Ángeles Doñate nació en Barcelona, y su gran afición desde niña han sido los libros y los animales.
Periodista de formación y vocación, ha combinado su trabajo en periódicos y revistas con la enseñanza y la comunicación institucional, siempre vinculada al mundo educativo y social, desde hace años, comparte su suerte enseñando a leer y escribir a personas adultas.
Ha publicado libros como Inspiraciones con tu perro, ¿Quieres un consejo? o Cuando la cigüeña se pierde, así como el cuaderno deviajes De Santiago de Chile a Puerto Williams. Ha publicado su primera novela, La sonrisa de un perro, en coautoría.
Periodista de formación y vocación, ha combinado su trabajo en periódicos y revistas con la enseñanza y la comunicación institucional, siempre vinculada al mundo educativo y social, desde hace años, comparte su suerte enseñando a leer y escribir a personas adultas.
Ha publicado libros como Inspiraciones con tu perro, ¿Quieres un consejo? o Cuando la cigüeña se pierde, así como el cuaderno deviajes De Santiago de Chile a Puerto Williams. Ha publicado su primera novela, La sonrisa de un perro, en coautoría.
Sinopsis
Llega el invierno a
Porvenir y trae con él una mala noticia: por falta de cartas, cerrarán la
oficina de Correos y trasladarán al personal. Los sms, correos electrónicos y
whatsapps parecen haber ganado la partida también en medio de las montañas.
Sara, la única cartera del pueblo, nació y vive allí con sus tres hijos pequeños.
Comparte muchas horas con su vecina Rosa, una mujer de ochenta años que estaría
dispuesta a cualquier cosa por evitarle sufrimientos a Sara y a los niños. Pero
¿qué puede hacer una anciana para impedir que las vidas de las personas que más
quiere se vean trastornadas? Pues algo tan pequeño como escribir una carta, una
que tiene guardada en su corazón desde hace sesenta años...
Opinión
Este libro de hoy, cortesía de ediciones B, es de esos que
recomiendas a todo el mundo, independientemente de sus gustos, porque es apto
para todos los públicos.
Hacer su reseña me ha costado, porque es difícil transmitir
lo que sientes al leerlo, y aunque puede parecer una novela sencilla, tiene un
poso de esperanza y buen hacer, que se te agarra al corazón, y te deja tocada.
Al menos, a mi me dejó así.
La acción transcurre en un pequeño pueblo de montaña,
Porvenir, en el que casi todos se conocen, a pesar de que como en tantos
pueblos, ha habido un pequeño boom inmobiliario que ha traído habitantes de fin
de semana y vacaciones a sus nuevas urbanizaciones.
Sara es la única
cartera de este pueblo, trabajo que heredó de su padre, ama su trabajo y conoce
como nadie, las calles y las incidencias que discurren en sus calles. Sus años
de experiencia le han dado el poder de averiguar, si quien escribe esa carta es
hombre o mujer, anciano o niño, si tiene estudios o no, y a veces imagina qué
noticias se encierran dentro del sobre. Pero cuando está a punto de cumplir los
cuarenta años, recibe un correo electrónico que hace que su vida y la de sus
hijos se tambalee. Le comunican desde la central, que ya no se escriben cartas,
y por tanto su puesto ya no es necesario, y tendrá que trasladarse a la capital.
Sara, muerta de preocupación por lo que ello implica, habla
con una anciana, Rosa, que es como
su madre, y ésta maquinará un plan curioso, para intentar ayudarla.
El plan consiste en escribir una carta, en su caso, una
carta que debió escribir hace mucho tiempo, y mandarla a la dirección de ese
pasado del que ella no se ha podido desprender, pero sin saber en realidad,
quien será quien recoja su contenido. Sólo pone una condición, que esta persona
envíe al azar, otra carta, para que en un nuevo tipo de cadena solidaria, haya
un volumen de correo suficiente como para salvar el trabajo de su amiga.
Y sorprendentemente funciona, Sara estará asombrada de
repartir cartas de remitente desconocido, a lugares a los que nunca había
llevado nada. Y nosotros, como lectores asistiremos al engranaje que se
comienza a tejer, mediante hilos invisibles, en los que algunos adivinan y
otros intuyen.
Cada carta es un mundo, porque las personas amparadas en el
anonimato, se abrirán y volcarán sus anhelos, sus miedos y sus deseos,
retratando de este modo a unos personajes que nos resultarán inolvidables.
Aunque el libro fluye alrededor de Sara, habrá otros
protagonistas, unos jóvenes, otros más adultos, y que serán los redactores de
las cartas en que nos hablarán de su pasado y su presente, de lo que pudo ser,
de lo que fue, y de lo que les hubiese gustado que fuese.
Y ya dulcemente, con calidez, la autora nos conduce a una
lección de humanidad, amistad y amor, de oportunidades perdidas y encontradas,
que nos hacen reconciliarnos con el género humano.
Y en nuestros pensamientos recala esa sensación de
evolución, de pérdida de aquellas añoradas cartas, en un género, el epistolar,
que parece abocado a la extinción, en el modo en el que antes se utilizaba, en
este mundo de inmediatez de redes sociales y mensajería instantánea. Y se
añoran aquellos paquetes de cartas enlazados que guardaban nuestras madres y
nuestras abuelas, en los que se podía reconstruir el pasado familiar.
Por si era poco la autora nos va encabezando cada capítulo
con citas de personajes famosos, que nos hacen reflexionar, y se quedan en un
trocito de nuestra persona.
Cuando por último acabas el libro, sientes una inmensa
ternura, tristeza, y a la vez esperanza, porque quien sabe, a lo mejor puedes
llegar a ser Sara.
“Las cartas de amor se
escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo
que se ha dicho”. Rousseau
“Es mejor viajar lleno de esperanza que
llega”. Proverbio japonés
Por último. ¿Cuánto hace que no has escrito o recibido una
carta personal?
Saludos y a leer.