Título: El mal
camino
Autor: Mikel
Santiago
Editorial:
Ediciones B
Colección: La
Trama
Fecha de publicación:
junio de 2015
Páginas: 426
ISBN:
9788466657044
Género: Thriller,
suspense, terror
Autor
Mikel Santiago nació en Portugalete, un pueblo marinero de
Vizcaya en 1975. El piano de su hermana, que siempre resonaba por la casa,
despertó en él un apetito muy temprano por la música. De sus primeras lecturas
recuerda las obras de Sherlock Holmes, Los Cinco y Edgar Alan Poe.
Ha vivido en Irlanda, de donde sacó las ideas para escribir
esta novela, y actualmente reside en Ámsterdam, donde trabaja en el mundo del
software. Cuando no está entre ordenadores, se dedica a escribir y a tocar la
guitarra con su banda de blues-rock.
La última noche en
Tremore Beach, su debut literario, se ha convertido en un fenómeno antes de
su publicación y ha hecho que se le compare con maestros como Stephen King,
Jöel Dicker o John Connolly.
Sinopsis:
Tras convertirse en un fenómeno internacional con La última
noche en Tremore Beach, Mikel Santiago se consagra definitivamente como un
maestro de la intriga con su segunda novela, aún más adictiva y llena de
suspense que la anterior.
En una carretera rural del sur de Francia, un hombre surge
de la oscuridad y desencadena una serie de extraños acontecimientos,
convirtiendo en una pesadilla las vidas del escritor Bert Amandale y su amigo
Chucks Basil, una estrella de rock en horas bajas.
Santiago se sirve de un escenario idílico e inquietante, en
el corazón de la Provenza, para atraparnos en una historia que se lee
compulsivamente y en la que late, de fondo, el destino de unos personajes
marcados por sus errores.
Opinión
Tras haber leído, por fin, La última noche en Tremore Beach,
y haberme quedado atrapada en la forma de escribir de Mikel, y cuando ví que
había sacado nuevo libro, me propuse leerlo en cuanto pudiera y gracias a
varias manos generosas, lo conseguí. Y cuanto lo agradezco, porque he
disfrutado como una enana.
Bert Amandale es
un escritor inglés que lleva un año viviendo en la Provenza francesa,
exactamente en Saint-Rèmy, en
el valle de Saint Claire con
su mujer, Miriam, con la que está intentando rehacer su vida conyugal,
bastante deteriorada, y con su hija adolescente, Britney que ya ha tenido problemas y coqueteos con sustancias no
adecuadas. Bert intenta escribir y se está enfrentando a una pequeña crisis con
su obra. Pronto aparece por allí y compra un casa, un amigo suyo de la
infancia, al que su mujer no le tiene demasiada estima, se trata de Chucks Basils, una estrella del rock,
que se encuentra de capa caída, pero muy animado porque está grabando un nuevo
disco, que piensa que será el mejor de su carrera y que le devolverá a la cima.
Preocupado por la ausencia de noticias de Chucks, Bert se
acercará a su casa, y encontrará a Chucks bastante desconocido, y que lo
primero que le suelta es “Creo que me cargué a un tío”. Todo un notición.
Chucks le cuenta lo que ocurrió la noche en que atropelló a
un hombre y huyó. Luego se arrepintió y volvió al lugar donde no había ninguna
prueba de que aquello realmente hubiera ocurrido. No hay sangre, no hay
cadáver, nadie sabe ni ha visto nada, raro, ¿no? Bert duda, tiene miedo de que
su amigo se esté volviendo loco.
El propio Chucks comienza a investigar, y después lo hará
Bert, todo hace pensar que los hechos no han ocurrido, que se trata de algo que
solo está en su mente, pero hay otros sucesos, que ponen en alerta a Bert, que
con su imaginación desbocada, tratará de averiguar la verdad.
Ni su mujer ni sus vecinos, una amable comunidad de snobs
como los Mattieu o los Grubitz, parecen querer saber nada del tema, y aún
mucho menos los Van Ent, que son propietarios de una discreta y carísima
clínica de desintoxicación de famosos, que ven con recelo sus pesquisas.
Y con estos
ingredientes, se desliza toda la trama que nos llevará de un lado a otro, de un
acontecimiento a otro en los que nos plantearemos qué es verdad, qué es
imaginación y qué locura. Quién está loco y quién cuerdo, quién finge y quién
dice la verdad.
Todo ello va a
transcurrir en un escenario muy bucólico, como es la Provenza francesa, entre
campos de canola, lavanda y manzanos. Con unos personajes, y una comunidad que
me recordó mucho a la que se encuentra en Las poseídas de Stepford de Ira Levin.
Los protagonistas están descritos de una forma sencilla pero
eficaz, tanto que desearás irte a tomar una caña con alguno de ellos, y con los
otros, mejor los dejarías pasar.
Va subiendo la tensión, el miedo, el suspense, la angustia
muy en la línea de su anterior libro, y muy lograda, con esas descripciones que
nos va haciendo Bert de todo lo que ocurre, ya que está narrado en primera
persona por él, de forma gráfica, irónica, un poco cínica. Y casi sin darte
cuenta, has terminado el libro y te ves absolutamente rendida a él y a su forma
de escribir, porque este autor, con dos obras, tiene un sello, tiene una
personalidad definida, en la que lo puedes identificar de forma rápida y
comienzas a preguntarte cuando escribirá el siguiente.
Surgen más preguntas, cuanto del propio autor hay en los
personajes, quien es más Chucks o Bert; también surge una necesidad, recomendarlo, es
el típico libro que aparte de la campaña de marketing que pueda tener detrás,
es de los que si te preguntan qué libro podría leer, lo recomendaría sin dudar,
a todo tipo de público, excepto para los paranoicos.
Ideal como lectura veraniega sin interrupción, porque no
podrás dejarlo, siempre dirás, una página más...y otra...
Por cierto, me encantaría escuchar Beach Ride. Saber si es
tan bueno como Chucks esperaba.
Gracias a Mikel Santiago y a Ediciones B por haberse acordado de mí