Título: Estricnina
Autora: Mercedes Sáenz Blasco
Primera edición: 2015
Editorial: émepe
Nº pág.: 339
ISBN: 978-84-942795-8-4
Género: Negro, thriller, intriga
Autora
Mercedes Saenz
Blasco, nacida en Logroño en1969, es licenciada en Enfermería y trabaja en el
Hospital de Mérida, ciudad en la que vive. Ha ganad el IX Certamen de Relatos
Carmen de Michelena y el segundo premio del IX Certamen de Relato Corto Encarna
León, entre otros. Estricnina, su primera novela publicada, ha sido
finalista del XXXIV Premio de Novela Felipe Trigo
Sinopsis
A los once años, Ignacio descubre que el cura al que ayuda como
monaguillo asesinó a su madre. Tras vengarse de él decide conjurar los
remordimientos que le corroen bajo una existencia anodina. Cuatro décadas más
tarde, cuando cree haberlo conseguido, el azar le coloca de nuevo frente a los
interrogantes que aquel día no quiso plantearse. Comienza así su ineludible
viaje hacia un pasado sin cicatrizar, en el que nada ni nadie fueron lo que
parece. ¿Acaso él tampoco?
Opinión
El libro que
traigo hoy me llamó la atención por la portada y el título. Es muy llamativo
ver a un monaguillo delante de un cura y con como título un veneno de los que
siempre he asociado a Ágata Christie, como encima empecé a ver buenas críticas
y conocía a la autora de las redes sociales, le pegué una subida en mi lista de
pendientes, y puedo decir que no me he arrepentido en absoluto.
Para empezar
nos trasladamos a 1974 año en el que un joven monaguillo, Ignacio Crespo de tan solo 11 años descubre que don Ángel el cura
al que ayuda es un asesino y que encima asesinó a su madre. En ese momento
prende en su mente el anhelo de la venganza.
Rápidamente
y como en un juego con el lector, nos reencontramos en 2011 con Nachete, que en
primera persona nos pondrá al día de su situación. Actualmente vive en Mérida, ya
es un hombre maduro, periodista en el paro, separado y con problemas con la
custodia de su hijo por parte de su ex mujer.
Va a la
Escuela de Idiomas a inscribirse en alemán, pero no hay plazas, de modo que en
plan kamikaze y para poder engordar su currículum de idiomas se matricula en
francés.
Llegados a
este punto, ya adoro a Nachete a pesar de que sea un asesino…son tantas cosas las
que tenemos en común que es difícil no seguir leyendo.
Las
casualidades de la vida hacen que su guapa profesora de francés sea Adeline, una franchute de la que estaba
enamorado en su preadolescencia, justo cuando ocurrieron los hechos allá en
Logroño.
Cuando se
reconocen quedan a tomar algo y comienzan a recuperar los recuerdos, esos que
Nachete tenía encerrados bajo llave, aunque el sentimiento de culpa le
atenazase continuamente.
Como si el
destino quisiera jugar aún más con él, su tía Sonsoles que es quien lo cuidó cuando perdió a su madre, y que
actualmente cuida a su padre, cae enferma y tiene que ser llevada al hospital,
de modo que Nachete coge carretera y manta y regresa a Logroño, a esa niñez que
quiso dejar atrás con dos encargos: Cuidar de su padre y su tía, y encontrar
una cajita muy especial que Adeline le ha hecho recordar.
Si las
características de Nachete adulto me han hecho empatizar de forma con él de
modo automático, para qué contar cómo me han resultado de cercanos los años de
su infancia. Ese barrio delimitado por la calle de Detrás y la de Delante, esos
juegos en la calle hasta que la madre lo llamaba a voces por la ventana, los
cotilleos, las beatas, Ese Club de la Rodilla que tanto me ha hecho reír, los
prejuicios…ha sido volver en el tiempo a mi niñez.
Los secretos
que se van a ir descubriendo, el empecinamiento del Vaticano por elevar a los
altares al padre Ángel, un asesino en serie al que no puede denunciar sin denunciarse a sí mismo, la no relación con su padre y viviendo bajo el mismo techo, van
llevando en un juego continuo con el lector de una línea temporal a otra y poco
a poco sin prisa, pero sin pausa, con ironía, con una intriga que hace que no
puedas soltar el libro deseosa de saber porqué el cura hizo lo que hizo. Cómo
mató Ignacio al cura, qué ocurrió con Adeline y su familia, y cómo no, con la cajita...
Me ha
gustado la forma tan visual y cromática en la que la autora describe el Logroño
actual en comparación con el de los años 70, cómo ha ido cambiando la fisonomía
de la ciudad adaptándose a los nuevos tiempos, y cómo a cada paso que da
Ignacio lo va redescubriendo, te sumerges en la ciudad con él y con sus
pensamientos.
Un libro que
te atrapa y que no te suelta. A destacar, la ironía que destilan sus
pensamientos. Un solo pero, el personaje de Adeline que me ha resultado menos
creíble que el resto.
Muy
recomendable. Últimamente me estoy reconciliando con los premios.
Y seguiré de
cerca a la autora, porque si esta es su primera novela, estaré encantada de
seguir su evolución.
La tarde en que murió mi tía tuve la
oportunidad de comprobar que las siglas ADSL corresponden en realidad a
Asunción, Dolores, Soledad y Luisa: las beatas del Club de la Rodilla.
Saludos y a
leer.