Título: MOCHILAS ROTAS
Autor:
Ángel Berrocal Jaime
Editorial: Playa de Ákaba
Primera edición: Septiembre de 2016
Nº Páginas: 240
ISBN: 9788494573460
Precio:
9,95€
Género:
Narrativa
Autor
Ángel Berrocal Jaime nació en Madrid en 1965. Es
abogado. Ha publicado dos poemarios: Memorias y Cartas
urbanas. Es autor, además, del libro de relatos La ley de los
pobres y de las novelas Pretextos para olvidar y Mochilas
rotas. Ha colaborado, entre otras, en publicaciones colectivas como
la Nueva Carta sobre el Comercio de Libros y en
las antologías de relatos breves Generación Subway I, II y V.
Su obra poética está incluida en distintas antologías de carácter nacional e
internacional (entre ellas, Los Nuevos Poetas, Seuba Ediciones,
1994). También ha escrito varios libros profesionales relacionados con el
Derecho del Trabajo y la Seguridad Social.
Sinopsis
Adrián y Daniel son dos amigos inseparables de 11
años, que no solo comparten colegio, sino también aficiones y tiempo de ocio.
Tras una escapada de fin de semana a una casa rural
junto con sus padres, y a punto de iniciar las vacaciones de Semana Santa, a
Adrián le diagnostican una grave enfermedad, que remueve a toda su familia y le
mantiene hospitalizado durante una larga temporada. A partir de ese momento,
Daniel inicia su peculiar batalla para ayudar a combatir la enfermedad de su
amigo y demostrarle la lealtad y amistad que siente hacia él. Entretanto su
familia intenta reponerse del duro golpe que supone esa nueva realidad y que
arrasa los cimientos y los valores sobre los que hasta entonces habían
construido sus acomodadas vidas.
A través de esta novela Ángel Berrocal reflexiona
sobre la fragilidad de nuestro modo de vida actual: todo puede derrumbarse de
golpe, en un instante, ante un hecho imprevisto y doloroso. Saber reaccionar a
tiempo ante esa angustiosa sensación de derrumbe existencial y lograr cambiar
la férrea estructura mental, a la que en ocasiones nos sujetamos como si fuera
el único salvavidas disponible, es lo que va a permitirnos salir adelante más
fuertes, más solidarios y, en definitiva, más humanos.
Opinión
El libro del que os hablo hoy me tocó en un sorteo
que hizo el autor con el fin de dar visibilidad y concienciar acerca de la
donación de médula ósea.
Lo primero que sentí antes de comenzar a leerlo fue
miedo, miedo a lo que iba a encontrar en esas páginas, fui muy previsible,
probablemente es lo que todos sentimos cuando leemos o pensamos en esa
enfermedad que muchas veces ni queremos nombrar.
Al comenzar la novela tenemos una descripción de una
salida de vacaciones de Semana Santa de una familia de clase media alta, de esa
que antes existía. Adrián nuestro
pequeño protagonista de tan solo 11 años esconde que no se encuentra demasiado
bien con tal de disfrutar de esa estancia en una casa rural con unos amigos de sus padres y
disfrutar de su amigo Daniel. Los
dos matrimonios están encantados, no tanto la hermana mayor de Adrián, Miriam, que está en esa difusa línea en
la que ya quiere volar del nido y permanecer con sus padres en un entorno rural
no es su sueño precisamente.
Leemos todos los pequeños detalles que rodean esa
estancia, las comidas, las salidas, las travesuras, todo lo que significa la
normalidad.
Pero Adrián sigue sin encontrarse bien y pronto María, su madre, decide llevarlo al
médico, pensando que tiene cualquier dolencia típica de esa edad, pero no.
Adrián es diagnosticado de leucemia, y tendrá que pasar una larga temporada en el
hospital. Todo lo que antes formaba parte de su normalidad desaparece de un
plumazo. La enfermedad se convierte en la protagonista y se hará notar en cada
una de las vicisitudes que desde ese momento sufrirá Adrián. Iremos asistiendo
a su desconcierto, sus dudas, la solidaridad que llega a sentir con uno de sus
compañeros de habitación, la importancia de la sonrisa y la actitud de los
trabajadores del hospital.
La vida de la familia se transforma, el trabajo pasa
a un segundo plano y todo girará alrededor de esa cama de hospital. Los padres
reaccionan cada uno a su manera, intentando no hundirse, escondiendo gritos, silenciando soledades, manteniéndose al pie del cañón convirtiéndose en el
pilar de su hijo. Los abuelos no saben ni cómo actuar. La red de afectos que se
ve dinamitada y recolocada durante unos meses que los marcarán para siempre. Joselu, el padre tendrá que volver
pronto al trabajo con la cabeza en el hospital, las rutinas desaparecen
instalándose otras nuevas, que orbitan sobre otro eje.
Vamos a asistir a esa parte desconocida que solo
saben los que la han sufrido, los efectos de la quimioterapia, esa pérdida del
apetito porque se pierde el sentido del gusto, el duro momento en el que el
primer mechón de su pelo cae sobre la almohada. Las visitas de los médicos, con
las malas y las buenas noticias.
Porque también hay noticias esperanzadoras que viene de la mano de un tratamiento que no es nada traumático, la donación de médula
ósea, y Adrián tendrá la suerte de su lado al encontrar un donante.
Conoceremos ese pequeño mundo interior que se fragua
en una amistad a prueba de todo, la de su amigo Daniel que hará su particular
lucha con tal de integrar a Adrián de nuevo en el mundo de la escuela, donde
hay más zancadillas de las que puede imaginar.
Cuando terminas el libro y cierras sus tapas se
quedan contigo muchas sensaciones, la tristeza, la alegría, la esperanza y
sobre todo la percepción del mundo que te rodea. Ese mundo más o menos perfecto
que has ido construyendo y que con una sola palabra se puede venir abajo.
Creo que al margen de la calidad literaria del libro,
que se lee solo, hay que resaltar que me parece que hay una enorme valentía al
apostar por este tema que pretende aportar visibilidad al cáncer infantil, a todo
lo que rodea la estancia de los pequeños pacientes en un hospital, sus miedos,
sus inseguridades, sus logros y sobre todo la esperanza que supone el trasplante de médula
que con un pequeño gesto pueda significar tanto en la vida de otras personas.
Me ha hecho replantearme muchas cosas en unos
momentos duros, y considero que debe existir coraje en todos nosotros para
ayudar en la curación de esta enfermedad.
Donemos médula y ganaremos vidas y batallas.
Gracias Ángel por enseñarme tanto sobre una
enfermedad de la que no era consciente.