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miércoles, 9 de noviembre de 2016

MOCHILAS ROTAS de Ángel Berrocal


Título: MOCHILAS ROTAS

Autor: Ángel Berrocal Jaime

Editorial: Playa de Ákaba

Primera edición: Septiembre de 2016

Nº Páginas: 240

ISBN: 9788494573460

Precio: 9,95€

Género: Narrativa

Autor

Ángel Berrocal Jaime nació en Madrid en 1965. Es abogado.  Ha publicado dos poemarios: Memorias Cartas urbanas. Es autor, además, del libro de relatos La ley de los pobres y de las novelas Pretextos para olvidar y Mochilas rotas. Ha colaborado, entre otras, en publicaciones colectivas como la Nueva Carta sobre el Comercio de Libros y en las  antologías de relatos breves  Generación Subway I,  II V. Su obra poética está incluida en distintas antologías de carácter nacional e internacional (entre ellas, Los Nuevos Poetas, Seuba Ediciones, 1994). También ha escrito varios libros profesionales relacionados con el Derecho del Trabajo y la Seguridad Social.

Sinopsis

Adrián y Daniel son dos amigos inseparables de 11 años, que no solo comparten colegio, sino también aficiones y tiempo de ocio.

Tras una escapada de fin de semana a una casa rural junto con sus padres, y a punto de iniciar las vacaciones de Semana Santa, a Adrián le diagnostican una grave enfermedad, que remueve a toda su familia y le mantiene hospitalizado durante una larga temporada. A partir de ese momento, Daniel inicia su peculiar batalla para ayudar a combatir la enfermedad de su amigo y demostrarle la lealtad y amistad que siente hacia él. Entretanto su familia intenta reponerse del duro golpe que supone esa nueva realidad y que arrasa los cimientos y los valores sobre los que hasta entonces habían construido sus acomodadas vidas.
A través de esta novela Ángel Berrocal reflexiona sobre la fragilidad de nuestro modo de vida actual: todo puede derrumbarse de golpe, en un instante, ante un hecho imprevisto y doloroso. Saber reaccionar a tiempo ante esa angustiosa sensación de derrumbe existencial y lograr cambiar la férrea estructura mental, a la que en ocasiones nos sujetamos como si fuera el único salvavidas disponible, es lo que va a permitirnos salir adelante más fuertes, más solidarios y, en definitiva, más humanos.

Opinión

El libro del que os hablo hoy me tocó en un sorteo que hizo el autor con el fin de dar visibilidad y concienciar acerca de la donación de médula ósea.

Lo primero que sentí antes de comenzar a leerlo fue miedo, miedo a lo que iba a encontrar en esas páginas, fui muy previsible, probablemente es lo que todos sentimos cuando leemos o pensamos en esa enfermedad que muchas veces ni queremos nombrar.

Al comenzar la novela tenemos una descripción de una salida de vacaciones de Semana Santa de una familia de clase media alta, de esa que antes existía. Adrián nuestro pequeño protagonista de tan solo 11 años esconde que no se encuentra demasiado bien con tal de disfrutar de esa estancia en una casa rural con unos amigos de sus padres y disfrutar de su amigo Daniel. Los dos matrimonios están encantados, no tanto la hermana mayor de Adrián, Miriam, que está en esa difusa línea en la que ya quiere volar del nido y permanecer con sus padres en un entorno rural no es su sueño precisamente.

Leemos todos los pequeños detalles que rodean esa estancia, las comidas, las salidas, las travesuras, todo lo que significa la normalidad.

Pero Adrián sigue sin encontrarse bien y pronto María, su madre, decide llevarlo al médico, pensando que tiene cualquier dolencia típica de esa edad, pero no. Adrián es diagnosticado de leucemia, y tendrá que pasar una larga temporada en el hospital. Todo lo que antes formaba parte de su normalidad desaparece de un plumazo. La enfermedad se convierte en la protagonista y se hará notar en cada una de las vicisitudes que desde ese momento sufrirá Adrián. Iremos asistiendo a su desconcierto, sus dudas, la solidaridad que llega a sentir con uno de sus compañeros de habitación, la importancia de la sonrisa y la actitud de los trabajadores del hospital.

La vida de la familia se transforma, el trabajo pasa a un segundo plano y todo girará alrededor de esa cama de hospital. Los padres reaccionan cada uno a su manera, intentando no hundirse, escondiendo gritos, silenciando soledades, manteniéndose al pie del cañón convirtiéndose en el pilar de su hijo. Los abuelos no saben ni cómo actuar. La red de afectos que se ve dinamitada y recolocada durante unos meses que los marcarán para siempre. Joselu, el padre tendrá que volver pronto al trabajo con la cabeza en el hospital, las rutinas desaparecen instalándose otras nuevas, que orbitan sobre otro eje.

Vamos a asistir a esa parte desconocida que solo saben los que la han sufrido, los efectos de la quimioterapia, esa pérdida del apetito porque se pierde el sentido del gusto, el duro momento en el que el primer mechón de su pelo cae sobre la almohada. Las visitas de los médicos, con las malas y las buenas noticias.

Porque también hay noticias esperanzadoras que viene de la mano de un tratamiento que no es nada traumático, la donación de médula ósea, y Adrián tendrá la suerte de su lado al encontrar un donante.

Conoceremos ese pequeño mundo interior que se fragua en una amistad a prueba de todo, la de su amigo Daniel que hará su particular lucha con tal de integrar a Adrián de nuevo en el mundo de la escuela, donde hay más zancadillas de las que puede imaginar.

Cuando terminas el libro y cierras sus tapas se quedan contigo muchas sensaciones, la tristeza, la alegría, la esperanza y sobre todo la percepción del mundo que te rodea. Ese mundo más o menos perfecto que has ido construyendo y que con una sola palabra se puede venir abajo.

Creo que al margen de la calidad literaria del libro, que se lee solo, hay que resaltar que me parece que hay una enorme valentía al apostar por este tema que pretende aportar visibilidad al cáncer infantil, a todo lo que rodea la estancia de los pequeños pacientes en un hospital, sus miedos, sus inseguridades, sus logros y sobre todo la esperanza que supone el trasplante de médula que con un pequeño gesto pueda significar tanto en la vida de otras personas.

Me ha hecho replantearme muchas cosas en unos momentos duros, y considero que debe existir coraje en todos nosotros para ayudar en la curación de esta enfermedad.

Donemos médula y ganaremos vidas y batallas.



Gracias Ángel por enseñarme tanto sobre una enfermedad de la que no era consciente.