Autor: Alejandro Palomas
Título: Un secreto
Editorial: Destino Infantil & Juvenil
Colección: La Isla del Tiempo Plus
Primera edición: 19 de marzo de 2019
Nº de páginas: 256
ISBN: 9788408205432
Género: Juvenil, narrativa
Autor
Alejandro Palomas
(Barcelona, 1967) es licenciado en Filología Inglesa y Master in Poetics por el
New College de San Francisco. Ha compaginado sus incursiones en el mundo del
periodismo con la traducción de importantes autores. Entre otras, ha publicado las
novelas El tiempo del corazón, El secreto de los Hoffman, El
alma del mundo (finalista del Premio Primavera 2011), El
tiempo que nos une, Una madre, Un perro y Un
amor obra con la que ganó el Premio Nadal 2018. En 2016 obtuvo el Premio
Nacional de Literatura Infantil y Juvenil con Un hijo, su primera
novela juvenil.
Sinopsis
Es que como Nazia es mi amiga y desde Navidad vive con
papá y conmigo porque es mejor, ahora es mi hermana de acogida, que es como si
fuera una hermana de verdad pero sin transfusión y eso quiere decir que nos lo
tenemos que contar todo, hasta los secretos más secretos. Aunque el secreto
más gordo de todos Nazia no se lo ha contado a nadie porque su madre le dijo
que si lo hacía, ella se moriría de pena.
Pero al final, como somos casi hermanos, me lo ha
contado.
Opinión
Cuando me enteré que Alejandro nos traía Un secreto para el día antes de mi
cumpleaños tuve claro que la familia crecería y empecé a lanzar indirectas,
pero hay poco “público” que las recoge, así que gracias a Babelio tuve la
inmensa suerte de poder tenerlo en mis manos ese día.
Casi lo leo de una
sentada porque es una historia preciosa y que se lee muy fácil, pero Alejandro
es mucho más, así que tocó una relectura más reposada, más disfrutada en la que
recorrí de nuevo sus páginas.
Fijaos en su preciosa portada, todos y cada uno de los
elementos de ella van a aparecer a lo largo de la novela.
En Un secreto,
nos vamos a volver a encontrar con Guille, el protagonista de Un hijo, pero son dos libros que se van
a poder leer independientemente porque, aunque los personajes son los mismos,
son tramas diferentes y no hay nada que nos destripe el anterior.
Como os decía vamos a reencontrarnos con Guille, ese chiquillo dulce e ingenuo,
tan frágil y fuerte a la vez, que se encuentra feliz porque ya está con su
padre, Manuel, el de antes o al menos
lo más parecido al de antes, aún les está costando un poco, pero gracias a María, la psicóloga del colegio, van
avanzando hacia la estabilidad. El destino y la bondad han hecho que la familia
aumente ya que, desde Navidad, Nazia
la compañera de clase de origen pakistaní de Guille vive con ellos.
Nazia es una chiquilla alegre que ha pasado de vivir
en un supermercado con su familia, a ser acogida temporalmente en el hogar de
Guille; su familia ha sido detenida por la policía cuando se disponían a viajar
a Pakistán para casarla con un pariente ya mayor, no olvidemos que tiene solo
nueve años. De repente Nazia se ha quedado sin su familia, le han comentado que
hay un problema con los pasaportes, y a pesar de ese fuerte impacto, la
chiquilla no parece haberlo acusado. Tiene a su amigo Guille que se ha
convertido en su hermano y está feliz y sobre todo tranquila.
A la vuelta de las vacaciones la profesora Sonia les pide que hagan un relato de
cómo han pasado las vacaciones, el de Guille es como siempre una delicia, el
que es más extraño es el de Nazia, eso hace saltar las alarmas de Sonia que sin
dudar lo pone en conocimiento de María, la psicóloga del centro y la Mary
Poppins particular de Guille.
Hay algo extraño y Nazia no es tan abierta como
Guille; con toda la delicadeza de la que es capaz, María la va animando a que
le vaya haciendo dibujos a su madre para cuando se puedan reencontrar. Los
dibujos serán la llave que nos harán adentrarnos en el mundo mágico de Nazia,
donde la protagonista es Cenicienta por la que tiene una gran pasión. Es su
ideal, su sueño con su príncipe azul, a pesar de que ella reescribe ese cuento
con la ayuda de un secreto, una fotografía oculta y enigmática de la cual solo
habla a Guille con el que hace un pacto de silencio.
A esta pareja de frikis como ellos se autodenominan, a
pesar de no saber muy bien qué significa esa palabra, se añade Ángela, otra criatura especial a la que
se le ha hurtado su infancia por ser como es, por la ignorancia de aquellos que
la rodeaban, a la que ellos acogen con los brazos abiertos, porque ella también
está llena de magia.
Poco a poco iremos captando detalles que nos contarán
en primera persona tanto Guille, con su forma tan particular de ver el mundo,
Sonia, María y Manuel, el padre de Guille. Tras esos detalles sí que está
escondido un gran secreto, un secreto doloroso que hace que se parta el alma,
porque como mayores anodinos y sin magia somos incapaces de ver ese mundo de
fantasía que esos críos inventan para eludir su dolor.
Alejandro nos da una bofetada de realidad, nos lleva a
esos colegios multiculturales donde no siempre los distintos son bien acogidos.
Nos muestra a profesionales que realmente se ocupan de aquellos a quienes
tienen a su cargo, algo que no suele ser tan habitual como debiera. Nos habla
de otras culturas llenas de barbarie, haciendo que tomemos perspectiva y seamos
capaces de valorar lo que tenemos. Nos habla de esos niños que no son iguales a
los demás, que se evaden para no enfrentarse a un mundo en el que lo que quizá
prima es el seguir al rebaño e intenta que en nuestra mente rompamos barreras y
nos anima a que enseñemos a romperlas a los demás.
Todo ello lo hace de una forma tan fácil y con una naturalidad
que nos demuestra lo difícil que es escribir sencillo. Me ha hecho sentirme
egoísta porque yo deseaba más, quería más, y eso me ha mostrado el gran trabajo
que hay tras las páginas de este libro que te dura unas horas en las manos.
Creo que es obvio decir que me ha gustado muchísimo y
que lo recomiendo a todo el mundo, a mayores para que comprendan el mundo
infantil, a menores para que sepan lo que hay en otras realidades sobre todo para
que valoren cada uno de los instantes de felicidad que la vida desgrana, y lo
efímero que puede ser todo. Y por último un deseo, que ojalá todos los niños de
nueve años tuvieran una mente tan limpia como la de los protagonistas.
“A veces basta con una pequeña palmadita en la espalda
para que lo que hacemos, por invisible que pueda parecer, se convierta en algo
grande”.
“Qué difícil es para quienes trabajamos con ellos
distinguir entre un niño que no sufre y uno que no siente”.
“Los niños hablan, hablan siempre. Sobre todo, cuando
no hablan”.
Saludos y a leer.