Título: Sidi
Autor: Arturo Pérez-Reverte
Editorial: Alfaguara
Primera edición: 18 septiembre 2019
Nº Páginas: 376
ISBN: 9788420435473
Género: Histórica y Aventuras
Autor
Arturo Pérez-Reverte nació en Cartagena en 1951. Fue reportero de guerra durante veintiún años y es autor, entre otras novelas, de El húsar, El maestro de esgrima, La tabla de Flandes, El club Dumas, Territorio Comanche, La piel del tambor, La carta esférica, La Reina del Sur y Cabo Trafalgar; y de la serie histórica Las aventuras del capitán Alatriste. Las novelas Falcó, Eva y Sabotaje.
Es miembro de la Real Academia Española.
Sinopsis
No
tenía patria ni rey, sólo un puñado de hombres fieles.
No
tenían hambre de gloria, sólo hambre.
Así
nace un mito.
Así
se cuenta una leyenda.
«En
él se funden de un modo fascinante la aventura, la historia y la
leyenda. Hay muchos Cid en la tradición española, y éste es el
mío.»
Arturo
Pérez-Reverte
Opinión
El libro que traigo hoy ha supuesto una sorpresa y es que muchos de vosotros conocéis la iniciativa Edición Anticipada, en el que se lee un libro a cambio de una reseña y es lo que yo hice, pero con la aplicación móvil que tiene y en formato audiolibro. Locuras que tiene una. No, no se puede decir que haya sido la mejor decisión. Voy por partes.
La novela me ha gustado, pero no la he disfrutado ni una cuarta parte de lo que lo habría hecho si la hubiese leído. El lenguaje, rico, abundante, complejo y correspondiente a la época en la que transcurre la historia, no es el mejor para solo escucharlo. Me quedaba con dudas acerca del vocabulario, de los nombres, sobre todo los árabes, no porque me perdiese, sino porque no era capaz de visualizarlos y eso me desconcentraba. Lo que me ha llevado a disfrutar a medias el que creo que es un buen libro.
Arturo Pérez Reverte es un autor que tiene una trayectoria más que potente y tiene la ventaja, o al menos es lo que a mí me parece, que escribe lo que quiere y desea en cada momento. Tiene admiradores y detractores casi en la misma proporción, y creo que con sus obras pasa lo mismo. Me apetecía mucho leer su historia y es un libro que seguro que no faltará en las bibliotecas, por lo que al final no descarto leerlo “de verdad”.
Estamos en siglo XI en pleno destierro del infanzón Rodrigo Díaz de Vivar por parte del rey Alfonso VI al pedirle que jurase que no había tenido nada que ver en la muerte de su hermano Sancho II, rey al que servía. Este caballero de Vivar tiene una ya dilatada experiencia en campos de batalla y se ve obligado a ofrecerse él y su bien formada hueste junto con su leal amigo Minaya, el bruto Gregorio Ordóñez, Bermúdez y otros caballeros a uno y otro lado de la frontera. Es obvio que ellos desearían luchar al lado de los cristianos, pero cuando los egos no dejan lugar a otra cosa, se convertirá en un mercenario de honorable palabra que se ofrece al rey Al-Mutamán de Zaragoza que también anda batallando contra su hermano. Y es que parece que cuando los reyes de uno y otro lado conseguían unir sus tierra tenían la mala costumbre de repartirla entre sus vástagos, y de esta forma siempre andaban guerreando entre familiares.
El autor baja del pedestal a nuestro protagonista haciéndolo más humano, más terrenal y más real, ya que como os comentaba antes, a pesar de tener una sola lealtad y es hacia ese rey que lo ha desterrado, será casi la única condición que pondrá para luchar contra otros reinos, necesita sobrevivir y ganarse el pan y el de su gente y para ello luchará bajo varias banderas.
Es un guerrero valiente pero muy prudente, buen negociador, conoce a sus hombres y no va a malgastar vidas por orgullo o por ganar unas batallas inútiles, vive igual que sus soldados, arregla su propio caballo y no se considera más que nadie, en sus negociaciones hace gala de una gran empatía por lo que los moros comenzarán a llamarle Sidi Campitur, que posteriormente acabará convirtiéndose en el Cid.
Gracias a una magnífica labor de investigación asistiremos a unas cuantas batallas en las que seremos capaces de sentir y oler el sudor, el hierro de los yelmos, el miedo; las descripciones son cruentas, reales, vivas. Hay muerte y hay dolor, hay rapiña y hay honor.
Conoceremos a musulmanes que interpretan el Corán de una forma más laxa y a otros que son fundamentalistas y como tales se enfrentan contra los suyos. Veremos la lucha de hombres contra hombres, porque en la batalla todos son iguales, todos tienen miedo y lo único que les guía allí abajo es el instinto de supervivencia.
Cuando se gana se hace con clase, y para Sidi todos son igual de valiosos y lo bueno es que sabe transmitirlo y conseguir el respeto y admiración de todos aquellos con los que trata.
Las conversaciones con el rey Mutamán son realmente un alarde de ingenio y admiración mutua.
En definitiva es el relato de una forma de vida, de guerras y escarceos, de batallas, derrotas y victorias en las que se va forjando la leyenda que nos fue transmitida por el Cantar del Mío Cid.
Solo tengo que ponerle un pero, y es la existencia de un personaje femenino que, aunque ha servido al autor para mostrarnos otra parte de la sociedad que no suele estar en ese mundo como no sea en forma de botín, a mí me ha sobrado. Cierto es que todo el libro es muy masculino, pero en aquel tiempo también lo era la sociedad y como tal lo ha retratado.
Personalmente lo recomiendo, me ha hecho sentir y me ha hecho descubrir valores que ya andan algo trasnochados, como son el honor y la palabra. Si te gusta la novela histórica y te gusta Pérez- Reverte, es obvio que este es tu libro. Yo mantengo la esperanza de poder encontrarme con Sidi camino de Valencia.
“Te llaman Sidi Qambitur, ¿verdad?... El señor que batalla.”
“A veces, cuando Dios tiene ganas de broma, castiga concediendo lo que deseas.”
“Lo suficiente para saber que con sólo reputación no se ganaban batallas. Y que Dios, moro o cristiano, tenía la costumbre de ayudar a los enemigos cuando eran más numerosos que los amigos.”
“En términos militares, mi señor, morir es una pérdida... Vivir, una ganancia. De poco sirven los hombres justos o valientes cuando están muertos.”
Saludos y nos vamos leyendo.