Título: Hambre
de gloria
Autor: Víctor
Fernández Correas
Editorial:
Edhasa
N.º
páginas: 696
Primera
edición: 19 de junio de 2014
Género: Histórica.
Autor
La Historia y la Literatura son sus grandes pasiones. Tras una breve incursión en el género de los relatos, su primera novela fue La conspiración de Yuste (La Esfera de los Libros, 2008), primera visita de Carlos I de España y V de Alemania, cuya compañía frecuenta siempre que puede. Posteriormente, publicó La tribu maldita (Temas de Hoy, 2012) y Se llamaba Manuel (Versátil Ediciones, 2018), y Mühlberg (Edhasa, 2022) Ha participado en diversas antologías y sigue escribiendo relatos y artículos variados además de colaborar con la revista literaria Pasar Página.
Sinopsis
Fernando Álvarez de Toledo sabe que no le queda
demasiado tiempo de vida. Desterrado en el castillo de Uceda por orden del rey
Felipe II, a quien tanto y tan bien ha servido, como antaño a su padre el
emperador Carlos, ha quedado en el olvido de su majestad. Pero no de la corte
y, así, cuando se inicia la campaña de Portugal por la que el rey reclama el trono,
será él el nombrado por todos para comandar los ejércitos del rey.
Aun cansado, doliente y con muchos años a sus
espaldas, el tercer duque de Alba acepta la encomienda. Se jura que Felipe II
ascenderá al trono de Portugal, y más pronto que tarde. Nadie sabe más que él
acerca de la guerra, pues la batalla es su mundo. A su lado tendrá a su hijo
bastardo Hernando, aquel que más se le parece; a su maestre de campo Sancho
Dávila y al capitán general del Mar Océano, don Álvaro de Bazán, marqués de
Santa Cruz, entre otros. Una vez más volverá a demostrar que es el mayor genio
militar que nadie recuerde. De ello depende su honor. Y con ello saciará, al
fin, su hambre de gloria.
Soldados de leyenda, glorias de las letras españolas,
esclavos africanos dispuestos a empuñar una pica con la promesa de libertad y
mujeres que ocultan su condición y claman venganza son algunos de los
personajes de esta nueva novela de Víctor Fernández Correas. Un homenaje a un
personaje, el duque de Alba, tan denostado por algunos como amado por otros.
Una trama llena de pasión, vida y misterios del alma humana que nos llegará al
corazón.
Opinión
Hay momentos en la que una humilde bloguera se siente
muy muy pequeña para poder poner en palabras y sobre escrito lo que ha sentido
al leer una novela y hoy y con la que traigo tengo esa sensación, quizá pueda
ser el síndrome del impostor del que tanto se habla, probablemente. Es que es
muy complicado afrontar el reto de transmitir todo lo que he sentido mientras
la leía. Una de las cosas que más he echado de menos es tener enfrente al
propio autor para decirle, ¿pero esto? Si estás diciendo esto ¿por…? Anda que
mira lo que has escrito aquí, ¿es por…? Me explico fatal, ¿verdad? Pues ya entendéis
lo que os comentaba al principio. Voy a ver cómo os lo cuento.
Nuestro protagonista principal es Fernando Álvarez de Toledo, tercer Duque de Alba, que se encuentra
desterrado y olvidado por Felipe II,
que quiere que pague por no haberlo obedecido. El duque lo único que quiere es
recuperar su honor y volver a su tierra con su familia, algo que cada vez más
lejano y lo entristece, está enfermo y cree que se irá pronto, anhela el perdón
de su rey. Mientras tanto éste quiere hacer valer sus derechos sobre la corona
de Portugal que ha quedado vacía y hay varias cabezas que desean portarla,
Felipe II la reclama por parte materna, pero hay un prior portugués hijo
bastardo que también luchará por ella, Antonio
de Crato. No es el mejor ni el más valiente, pero ahora mismo es el mejor
posicionado. Al rey Felipe no hay quien lo haga desistir…y sólo hay alguien
capaz de llevar a cabo una gesta así, todos los consejos le remiten hacia la
misma persona, aunque a él le repateen los higadillos. Si quiere ganar esa
guerra con rapidez, sin comprometerse demasiado y sin demasiadas muertes el que
debe organizar y plantar la batalla es el Duque de Alba. Por una corona dejará
de lado, al menos por ahora, su orgullo.
El duque recibe la noticia con alegría y esperanza e
intentará poner todo de su parte, o sea lo mejor de lo mejor, para darle la
corona a su rey. Será acompañado por su hijo bastardo Hernando y su maestre de campo Sancho
Dávila, y desde el mar otro genio de la guerra el marqués de Santa Cruz,
don Álvaro de Bazán.
Víctor nos va a presentar la lucha entre el duque más
humano que está cansado y enfermo, que lo que más desea en esta vida es
precisamente morir, pero morir acompañado de los suyos y en su tierra de
Tormes, y el duque militar, orgulloso, inteligente y estratega, que mirará por
los intereses de su rey, pero también por los de sus tropas, hombres curtidos
en batallas que no solo son carne de cañón sino bocas que alimentar y a las que
dar cobijo.
Bajo el sol inclemente de un verano extremeño, nada
que ver con sus correrías por el norte, trazará una estrategia impecable por la
que irá atacando las distintas plazas hasta llegar al meollo de esta guerra,
Lisboa. Es su misión, su destino antes de partir al más allá y si el rey lo
deja, al más acá cerca de su esposa.
Como personajes de a pie, de los que libran las
batallas, los que se ensucian, los que sudan y las pasan canutas, vamos a tener
unos personajes entrañables y divertidos, de esos que rezuman honor, amistad,
dignidad y lealtad, que ya están curtidos en otras guerras y que se convertirán
en peones imprescindibles de este tablero imperial, así estarán luchando Rodrigo de Cervantes, hermano de Miguel de Cervantes que con mucho que contar
se encuentra aún preso en Argel, Ginés
Méndez, un sevillano que un día salió de su tierra con ansias de ver mundo
y que ha visto demasiado, pero que tiene siempre un chascarrillo, una sonrisa y
una palabra de ánimo para sus amigos, e Íñigo
Sánchez, que porta una losa importante sobre sus espaldas.
Hay otros personajes, como Ebou, que vienen del paraíso y que han aterrizado en el peor de los
infiernos, su color de piel será el que determine su futuro y acabarán en medio
de una batalla en la que no se les ha perdido nada, aunque sí que pueden perder
la vida, que es lo único que les queda.
Con todos estos ingredientes, un arte que no se puede
aguantar y montones de guiños al lector con el que va a jugar a lo que él
quiere, Víctor es especial, tiene una firma que es reconocible siempre en su
prosa, va a conseguir armar un pedazo de novela llena de intrigas palaciegas,
de batallas y de Historia, de la que se lee en los libros, y de historias de a
pie, salpicándola de guiños que te sacan una sonrisa cuando los encuentras e
identificas: hay música actual, poesía, películas, estratégicamente distribuidos
para que no desentone en nada, y entonces de repente se va haciendo patente
quién es el protagonista más grande de la novela, más aún que el propio duque y
el propio rey. Le toca al lector averiguarlo.
Y cuando llorosos los ojos por el humo de la pólvora y
el sudor que cae a chorro por la cara, asfixiada por el calor, la garganta seca
y rodeándote el hedor de la muerte, te pones a mirar a tu alrededor y te das
cuenta de lo poco que vale la vida de los hombres en manos de aquellos que
ansían el poder, y es entonces cuando buscas un sombrero para poder quitártelo
y con una reverencia poder decirle al autor: Lo has conseguido, has hecho una
novela redonda e inolvidable.
Creo que si habéis llegado hasta aquí habréis podido
intuir que me ha encantado la novela, los personajes y su prosa, que me lo he
pasado muy bien leyéndolo, o como diría el autor cuando nos hace partícipes de
su creación, he disfrutado más que un guarro en un charco. Os lo recomiendo sin
dudar. Será una de mis lecturas del año. Leedlo.
“Desde
luego, es el único monarca de la tierra que saca de la cárcel a un general para
que le dé otro reino.”
“Los
recuerdos. Tan dolorosos como la pelota de un arcabuz. Queman, incluso asfixian.”
“Heraldos de una
muerte encantada de desparramarse, una vez más, al amparo del hombre y su
maldita costumbre de exterminar a los de su misma especie.”
“Me
conformo con vivir. Lo de ser feliz lo dejamos para los libros de caballería.”
Saludos y nos vemos en los libros.