UN PERRO de Alejandro Palomas

Título: Un perro

Autor: Alejandro Palomas

Editorial: Destino

Colección: Áncora y Delfín

Primera edición: 12 de enero de 2016

Nº de páginas: 336

ISBN: 978-84-233-5022-3

Género: Narrativa actual

Autor

Alejandro Palomas, nacido en Barcelona en 1967, es licenciado en Filología Inglesa y Master in Poetics por el New College de San Francisco. Ha compaginado sus incursiones en el mundo del periodismo con la traducción de importantes autores. Entre otras, ha publicado las novelas "El tiempo del corazón" (publicada en Siruela y por la que fue nombrado Nuevo Talento Fnac), "Tanta vida", "El secreto de los Hoffman" (finalista del Premio de Novela Ciudad de Torrevieja 2008 y adaptada al teatro en 2009), "El alma del mundo" (finalista del Premio Primavera 2011), "El tiempo que nos une”, "Una madre" y "Un hijo". Su obra ya ha sido traducida a diez lenguas.

Sinopsis

«R estaba sentado en la alfombra, junto a la cama, exactamente como le había visto la noche de la tormenta que un año antes nos había cambiado la vida a los dos. Me miraba fijamente y jadeaba, inmóvil, como cuando en verano se tumba al sol en la terraza, envuelto en calor.»

Sentados en una cafetería una tarde de principios de verano, Fer y su madre, Amalia, esperan una llamada que no llega. Durante las horas siguientes, Fer hará lo imposible por ocultar lo que se esconde tras esa temida llamada que puede hacer añicos la calma que se ha instalado en la familia desde que, siendo apenas un cachorro, R llegó a su vida. Pero quizá esa calma sea más precaria de lo que parece. Cuando el teléfono por fin suena, la noche traerá consigo una inesperada compañía, y con ella llegarán un torrente de confesiones, verdades que quizá no lo eran tanto y las cinco letras de un nombre que, tirando del álbum familiar, Fer deberá atreverse a invocar para que la vida vuelva a mostrarle, a él y a los suyos, su mejor versión.

Un perro no es solo el retrato del fascinante vínculo entre un hombre y su perro, sino también un remolino de emociones en el que confluyen una mirada tierna y cruda al universo familiar y un homenaje al amor en todas sus manifestaciones.

Opinión

Hay libros que deseas leer incluso casi antes de saber que los están escribiendo, y éste es uno de ellos. Después de haber conocido a Alejandro con Una madre, y con Un Hijo, me faltaba este Un perro para cerrar el círculo. Lo anhelé desde el minuto cero, y una gran amiga, a la que nunca le estaré lo suficientemente agradecida, me lo hizo llegar como regalo de reyes en diferido. Lo leí en dos días.

Imposible reseñar una historia que te ha dejado tan impactada, que te ha agarrotado el corazón, que ha roto todos tus diques, en unos momentos en que los cimientos están demasiado carcomidos. Han hecho falta días, semanas, para atreverme a utilizar las palabras y enhebrarlas para explicar lo que es Un perro y lo que ha significado para mí. Se resume fácil: Amor.

Una vez más, este mago de las letras, hace desfilar ante nosotros todos sus personajes, y la más amplia gama de sentimientos, prácticamente concentrados en una sola tarde en una cafetería, tal como lo hizo en una sola noche en Una madre.

Fer está sentado en una cafetería cerca de casa de su madre donde han pasado la tarde en familia. Por eso Amalia, increíble, adorada, y desquiciante, se sorprende al verlo allí solo, pendiente obsesivamente de su móvil. Fer espera una noticia que le puede dinamitar la vida, un secreto que es en realidad un grito silencioso, que Amalia capta con la primera mirada.

Entonces comienza un baile de recuerdos y añoranzas, en los que Silvia y Emma, sus hermanas, con su equipaje emocional a cuestas, son navegantes imprescindibles que reman hasta la extenuación por mantener a flote y arribar a buen puerto con esa balsa que es su familia, en la que todos han encontrado su lugar tras haber sufrido sus propios naufragios.

Cada una de las piezas, que no miembros, de esa familia tan particular está llena de luces y de sombras, de fuerza y fragilidad; hay secretos compartidos, ocultados, medias verdades que se sumergen y emergen con un solo fin, no hacer daño. Pero ese dolor que se intenta evitar se hace más agudo cuando se destapa.

La ternura y a la vez fortaleza de cada uno de los personajes repletos de sentimientos encontrados, de pasados comunes, de miedos e inseguridades y de momentos felices se va desgranando alrededor de un café ya frío y unos churros con chocolate, servidos por una camarera solícita con un novio de extraordinarios atributos.

Un nudo en el pecho se instala en ti, y se transforma en una lágrima furtiva o en una carcajada rotunda, porque el autor es capaz de hacer éso con los sentimientos, juega con ellos de una forma tan fácil que te zarandea de un lado otro de la escala emocional, y es cuando me resulta difícil imaginar lo complicado que debe haber sido escribir consiguiendo una carga emocional tan intensa.

Y por fin llegamos a R., protagonista irremediable e imprescindible que se ha ganado ser miembro familiar a pulso, ha logrado borrar las sombras de un recuerdo y ha comenzado a generarlos, a la vez que se ha convertido en ese pilar sobre el que se construyen el antes y el ahora, y por supuesto, el después.

Poco a poco los fragmentos del puzle van encajando, y asistimos al destape crudo y amargo de cada una de las complejidades y carencias de los personajes, con ese estilo intimista directo al corazón sello inimitable de este gran escritor.

Y termina, acaba la historia con esa cascada infinita de lágrimas que se había escondido en el nudo de mi estómago y mi garganta. Mientras secaba mis lágrimas sabía que ya nada sería lo mismo, no podría mirar la vida con los mismos ojos, y apareció el miedo a la ausencia, a la añoranza. Ésa que no sé si realmente forma parte de mi vida, y que me aterra que sufra Fer, y la parte de Fer que haya en Alejandro.

No puedo deciros más que tenéis que leerlo, es inmenso. De lo mejor que he leído. No es un libro de perros, es un libro de Familia.

“Un miembro de la familia es la pieza de un rompecabezas. Si falta, se le echa de menos. Pero si no hay añoranza, es que era solo parte, no miembro.”

No es extraño que nos cueste tanto  perdonar, perdonar de verdad, cuando nos  es tan difícil nombrar lo que realmente duele.

Saludos y nos vamos leyendo.