lunes, 4 de junio de 2018

LA PINTURA DE LA VOZ de Virginia Gil Rodríguez






Título: La pintura de la voz

Autora: Virginia Gil Rodríguez

Ilustración: Cristina Vázquez

Editorial: Autopublicada

Primera edición: abril de 2018

Nº de páginas: 135

ISBN: 9781987709629

Género: Cuento, relato, feelgood

Autora

Ella misma nos cuenta en su página web:
Probablemente nací llena de palabras. He tardado casi 40 años en mostrarlas. Escribo desde que tengo uso de razón, pero creo que fueron unos pequeños ángeles los que irrumpieron en mi vida para trastocarla por completo y darle un verdadero sentido. En proceso de cambio continuo, pero con las palabras y la ilusión como compañeras, “En la Calle Mayor” es mi primer libro juvenil de fantasía. Si quieres estar al tanto de lo que voy escribiendo, puedes hacerlo en: www.virginiagilrodriguez.com.

Sinopsis

¿Has pensado alguna vez lo que ocurriría si dejásemos de escribir a mano?
Si en un libro las letras son imprescindibles, en esta historia cobran un protagonismo especial.
Hay letras que corretean, letras que conversan, letras en apariencia sin alma y letras que solo piden ser abrazadas.
Hay también una escritora perdida entre prisas y pantallas y una abuela en un pueblo detenido en el tiempo.
La pintura de la voz evoca el poder de la escritura manuscrita, la importancia del contacto personal, el amor incondicional entre una nieta y su abuela.
La pintura de la voz nos invita a recordar de dónde venimos para saber hacia dónde vamos; a rememorar que ningún lugar está lejos. 

Opinión

Me he estrenado con esta autora con una novelita que es más un relato largo, intenso y lleno de metáforas, y que me ha sorprendido gratamente.

Zoe es una escritora en un futuro no muy lejano, en el que la vida fluye de forma aséptica, no hay olores en la ciudad, no hay relaciones, todo se fundamenta en la prisa y la tecnología. Después de muchas dificultades se ha conseguido dar con la adecuada Presidenta Mundial y en uno de sus primeros mensajes quiere concienciar sobre la pérdida del lenguaje manuscrito y anima a los ciudadanos a recuperarlo, a dejar deslizar sobre el papel las palabras, en lugar de escribir a golpe de tecleo.

Zoe queda impactada por el mensaje y recuerda los veranos de su niñez con la única persona a la que recuerda escribiendo a mano, que era su abuela Oderica. Toma conciencia de que se ha olvidado un poco de ella, ha dejado de visitarla y llamarla debido a la vida llena de prisas y rutinas en la que se ha sumergido. Cuando intenta hablar con su madre acerca de ello, se encuentra una incomunicación total, ya que esta se encuentra sumergida, como siempre, en su mundo de viajes y glamour.

Zoe no se dejará amilanar y regresará a Hilario, al pueblo de su abuela, convencida de que a pesar de todo lo que ha pasado, su abuela la recibirá con los brazos abiertos. En unas horas se verá transportada a un mundo tranquilo, pausado donde la tecnología no tiene cabida y donde las relaciones humanas son más sanas.

Cuando llega y le cuenta a su abuela la nueva orden de la Presidenta, ésta con sus años y su sordera decide no solo enseñar a su nieta a escribir, sino también contarle la historia de Olek, el niño protector de las palabras que ya en su día luchó por mantener las letras escritas con ayuda de su madre, Osane, y su gran amiga Ode.

Nuestra escritora a la vez que recupera sus nociones de escritura será la notaria de una historia que no merece caer en el olvido. La del día en que se produjo una lucha encarnizada entre las letras escritas y las pulsadas. Pudo haber bajas, hubo dolor, pero también se hizo imponer el sentido común, la integración, la ayuda y el apoyo y aquello supuso el comienzo de una nueva era.

En definitiva, lo que encontramos es un precioso alegato a la comunicación, al amor, al contacto humano que nunca podrá sustituir las llamadas o mensajes, porque una mano en el hombro dice mucho más que mil palabras; un alegato a favor de la comunicación en la que nos descubrimos a nosotros mismos, sobre la que nos podemos volcar; una llamada a no perder lo que somos ni de dónde venimos porque todo ello es lo que nos hace personas y constituye nuestra esencia. Se lee muy fácil y aunque podría hacerse rápido, lo suyo es hacer una lectura pausada y reflexiva que nos cale hondo. Os la recomiendo.

“¿Cómo se pierden las personas?”

“Sabes hija, cuando sufres te debilitas. Yo he vivido en la soledad y en el desconsuelo y he llorado mucho. Mi dolor era tan insoportable que no tenía fuerza para lamentarme. Cuando algo pesa tanto termina por aceptarse; cuando solo hay dolor, se sobrevive con él hasta que un día se funde contigo y deja de ser.”

Gracias a Virginia por invitarme a entrar en tus letras.

Saludos y a disfrutar leyendo.