MIEDO
Hoy te he conocido, y casi te he ignorado, no te he prestado atención, al fin y al cabo no me molestabas.
Sigues aquí, sorprendentemente sigues aquí, dando vueltas, provocándome. La teoría dice que deberías haber desaparecido, que no existes, pero sí. Doy fe de tu existencia.
Cada día te veo más grande, no es normal. Las leyes para ti no existen, en cambio has hecho bueno un refrán.
Estoy asustada, me asombra que a pesar de todos los medios que he puesto, deberías haber desaparecido. Deseo que mueras, no soporto tu presencia.
Cuando hoy he entrado me esperabas, solo, desafiante. He tomado una decisión, lo haré, con mis propias manos...
Te miro muerto y destrozado y no me puedo creer que hubiese tanta sangre en tu interior.
Maldito mosquito de la fruta.
Mª Dolores Hernández Casado.
23 de mayo de 2015
NOCHE OSCURA.
Cerró de un portazo, le faltaba el aire. El sufrido marco de
la puerta volvió a llorar un poco de yeso. Le dolía, aunque cada vez se
separase cada vez más de la pared.
Ella desquiciada y sin control, buscó la oscuridad de la
playa, y se sumergió en las sombras.
Su amor por él se iba diluyendo cada vez más; un gusano iba
taladrando poco a poco aquel corazón rojo que había representado su pasión.
Cuando pensaba en ellos dos, no veía una unidad, veía unos
agujeros, sombríos y cada vez más profundos, que iban separándolos cada vez
más.
Buscó la luna y le gritó silenciosamente, y el mar le
respondió susurrante.
La calma le traía voces que le hacían dudar.
Tal vez, probablemente, una vez más, lo había acosado. Probablemente
era lógico que estuviera enfadado, ella necesitaba más, y él estaba muy
ocupado. Su trabajo era muy importante, al fin y al cabo era él quién traía el
dinero a casa como se ocupaba de remarcar a menudo.
No era justa con él, la egoísta era ella, todo el día sola,
tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo deshecho. Las voces aumentaban,
quién se creía que era ella. El sentimiento de culpa la perforaba poco a poco,
haciendo que sus pasos se hicieran más cortos.
Se enfrentó a las olas y dio media vuelta.
Al volver a casa, se acostó y lo abrazó. Él, vencedor una
vez más de la batalla, retiró su mano con frialdad, abriendo el abismo.
Ella cerró la grieta, y se dejó inundar. El suspiro final
acalló las voces, mientras su alma iba muriendo un poco más, otra vez más,
mientras las alas de la humillación iban posándose sobre sus párpados cerrados.10 de Julio de 2014
Palabras que hablan de humillación, maltrato, daño, y no ser capaz de escapara de ese castigo. Muy inspiradas y bellas. Besote
ResponderEliminarMuchas gracias. Es lo que quería trasmitir. Besos
EliminarComo me esperaba no me ha defraudado conocer tu faceta escritora. Aunque la temática es un poco amarga, el resultado está muy logrado, con pocas palabras explicas mucho y dejas entrever mucho más. Las imágenes que utilizas son muy elocuentes, muy logradas. ¡¡Muy bien!! Espero que continúes escribiendo.
ResponderEliminarGracias por compartir. Un abrazo.
Muchas gracias. Aún me da mucho miedo escribir, y aún más compartir. Besos
EliminarDuro, pero muy bonito, Mari. Sigue escribiendo sin miedo...., y comparte.....
ResponderEliminarBesos.
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