Título: El jardín de la memoria
Autora: Lea Vélez
Editorial: Galaxia – Gutemberg
Colección: Narrativa
Fecha de publicación: 24 de septiembre de 2014
Nº de páginas: 256
ISBN: 978-84-16072-43-9
Género: Narrativa, memorias, suspense
Autora
Lea Vélez,
nacida en Madrid en 1970, estudió Periodismo en la Complutense y tras ello
decidió convertirse en guionista de ficción. Hoy, su ordenador archiva más de
seiscientas horas de ficción televisiva. En 2004 se editó su primera novela, El
desván, escrita en colaboración con Susana Prieto. En 2006 repitió la
experiencia de escribir a cuatro manos con su segunda novela, La esfera de
Ababol. En mayo de 2014 publica, ya en solitario, La cirujana de Palma.
Ya reseñada en este blog
El jardín de la memoria es su última novela, un
emocionante testimonio de amor, por puro amor.
Sinopsis
«Fue un otoño extraordinario. El otoño en el que tú me enseñaste a vivir y yo te enseñé a morir. Durante la última aventura, filosofamos, investigamos, leímos las viejas cartas de tu hermano Stephen. Las cartas que relatan una época y un pasado familiar. Gracias a una antigua foto en un sobre con matasellos de Sheffield, encontré respuesta a la dudosa paternidad de Gill. Me encanta hacer de detective. Las cosas de Stephen siguen en la buhardilla, metidas en sus cajas de bombones y a veces las saco y releo una poesía del cuaderno infantil. Allí, en la Inglaterra de 1957, estaban las respuestas y mientras yo escribía este Jardín transcribiendo cartas amarillas por el tiempo, tú lograste perdonar. Pienso en la sonrisa del otro protagonista de este relato: Francesc Boix. Te fascinó la vida del republicano español, testigo de Núremberg, fotógrafo de guerra. Yo te contaba sus hazañas, que están en esta novela y que no sé si es novela porque todo lo que se cuenta en ella sucedió de verdad.
Ese verano volvimos a Malmesbury. Tenías razón.
No existe un lugar con más encanto en Inglaterra. Los niños se disfrazaron de caballeros y cruzaron aceros de plástico en los jardines de la abadía. Hicimos un picnic. Entre saltos, tumbas de piedra, juegos y merienda, esparcimos tus cenizas bajo un roble centenario. Entro de nuevo en este otro jardín, El jardín de la memoria, ojeo sus páginas, riego con cuidado el primer beso que nos dimos y ese último que a veces es como el primero de un nuevo cariño real, invisible. Ahora estás hecho de un aire que empuja con constancia mi columpio. Subo y bajo, y veo más allá de los campos y de los tejados, entendiendo cómo hay que vivir. Tres años después de aquel otoño extraordinario, me siento plena, sabiendo que ganamos y que había que contarlo. Para demostrar lo que digo, aquí está nuestra historia.»
Opinión
Hoy traigo un libro muy duro y a la vez muy dulce. Es un
libro que me ha hecho replantearme muchas cosas, y sobre todo a mí misma y a mi
actitud ante la vida.
Conocí a la autora, como tal, con La cirujana de Palma y me
encantó como escribía, su fluidez su naturalidad y su buen humor. Cuando supe
que había sacado un nuevo libro me alegré mucho, y cuando leí su temática,
realmente quedé impactada. Y el tiempo y unas manos amigas me ha permitido
acceder a él, y lo recomiendo...por todo.
El libro contado en primera persona es una bella muestra de
fuerza, valentía y amor. La historia principal es la de la propia Lea, que con una naturalidad que
desgarra, va relatando el proceso que culmina con la muerte por cáncer de George, su marido.
Ella junto a él viven y exprimen de forma absoluta esos
meses en los que la enfermedad ya solo tiene un camino, y casi una fecha. Y
cuando digo exprimen no es viajar a lo loco o hacer cosas magníficas, se
concentran en vivir y fijar en la memoria cada uno de esos pequeños momentos
llenos de ternura y felicidad, de los cuales Lea y posteriormente sus hijos se
nutrirán.
El amor que se destila en cada una de las frases, los
gestos, besos y abrazos, momentos que viven, ese amor a su familia, y el querer
que perdure, es lo que lleva a Lea a escribir este libro. Un libro de recuerdos
con el que sus hijos puedan recordar a su padre. Un canto a la vida, a pesar de
la muerte.
Ordenando esos recuerdos, aparecen fotos y cartas de la
familia de George, los Collinson y su vida en Malmesbury. Y aparecen en los
recuerdos de la niñez de George, la seriedad y hosquedad de su padre Tom, la imagen de esa madre
todoterreno, Connie, que se ocupa de
que todo siga hacia adelante, con un hijo ingresado en el hospital con
leucemia. Un niño, Stephen, que se
hace mayor, que se tiene que hacer mayor a la fuerza, que solo tiene el
contacto con el exterior por cartas, y con las complicadas visitas de sus
progenitores. La pequeña y siempre despreciada Gillie.
Lea, irá moldeando y completando lo que era la vida de esa
familia, y a la vez, desenterrará otros demonios familiares, que han sido
sepultados por el olvido y por el no querer saber. Esa puerta que nuestra mente
cierra cuando hay demasiado dolor.
E irá informando a George, sobre las cartas, sobre lo que
lee, sobre lo que imagina, sobre lo que deduce, en lo que se ha convertido en
un motivo más para levantarse cada día y para compartirlo juntos.
Hay además otra historia, más antigua, la de un fotógrafo de
guerra español republicano, Frances Boix,
un superviviente de la guerra civil española, que fue a un campo de
concentración francés, aunque no quieran ponerle ese nombre, y luego estuvo en Mauthausen,
y sobrevivió, porque tenía un solo objetivo: Contar la verdad sobre lo que
vivió y sobre lo que allí pasó con los españoles, con las personas que fueron
matadas y maltratadas por los nazis. Y lo consiguió, consiguió aportar sus
fotos y su testimonio en el juicio de Núremberg.
Estas tres historias se irán entrelazando, y se irán
desarrollando, de una forma nada convencional, como si la autora, se sentase en
el salón de tu casa y comenzase a hablar, a contarte una historia, y los
recuerdos fueran y vinieran, siempre intentando llegar a ese lenguaje
cinematográfico que ella representa en su cabeza.
El resultado es un libro increíble, que me ha hecho llorar
mucho, que me ha tenido con un nudo en la garganta, aprendiendo sobre los
preparativos de la muerte, aprendiendo que la vida se acaba, y el que muere,
pasa a otro plano. A mí, tampoco me da miedo la muerte, me da miedo por los que
se quedan, porque son ellos, los que se quedan, los que tienen que recomponerse,
seguir viviendo y aprender a guardar los recuerdos y a dosificar el amor y el
dolor.
Y cuando cierras la tapa del libro, te das cuenta, de que es
un libro que nunca podrás olvidar, y sientes envidia, a pesar de todo, de esa
mujer tan fuerte, que ha sabido gestionar de forma increíble la muerte, como un
paso más, guardando en su almoneda, para sus hijos, el recuerdo de su padre y
de su familia.
No puedo juzgar como está escrita, no quiero juzgar como
está escrita, porque quien habla y quien escribe, lo hace a corazón abierto, y
con sus retales, me ha hecho pasar unos momentos inolvidables. Y cada lágrima
que he derramado, ha merecido la pena, porque he conocido la felicidad y el
amor.
Gracias Lea...gracias por tu lección, y ojalá tus hijos te vean
como lo que eres, una gran mujer y una gran madre.
“la felicidad no está
en la inocencia, está en la libertad”
Para mí, ya...un imprescindible. Y como imagináis os lo
recomiendo encarecidamente.
Saludos y nos vamos leyendo.
Tu reseña es un claro ejemplo de que nunca se puede juzgar un libro por su portada. Gracias
ResponderEliminarSí...es algo que pensé. La portada no le hace justicia. Un abrazo
EliminarTras leer La cirujana de Palma no me importaría seguir con este.
ResponderEliminarSon muy diferentes, pero creo que te gustará. Saludos
EliminarLa portada de un libro no me dice gran cosa al menos que me horrorice. En este caso me parece original y si leemos el libro cada uno puede encontrar un significado. Es un libro duro , afrontando la realidad de una forma tan viva y natural que lo que podía ser obscuro, lo transmite de tal forma que ves luz, serenidad y fuerza. La portada..se puede entender perfectamente . Me gusta.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo. Y creo que la portada podría ser representativa de esos retales que jalonan el libro. Saludos
EliminarMe la apunto sin duda. Me ha llegado tu reseña bien hondo y me encantará leerla.
ResponderEliminarBs.
Muy interesante reseña. La memoria es un mundo fascinante. Aunque parece que seamos nosotros quienes la gestionamos, a veces nos sorprende con hechos desconocidos y sorprendentes. A tener en cuenta tu recomendación.
ResponderEliminarBs.
Acabo de subir mi reseña sobre este mismo al blog, no es mío así que lo pongo de manera general, es curioso que a mi también me haya resultado nada atrayente la portada pero, hay un porqué según palabras de su propia autora, los colores que cubren a la pareja, es un edredón y el beso, quienes hayan leído la novela, recordarán que hay una escena casi final, en que el beso tiene mucha importancia, al tener esto en cuenta, la portada sigue sin ser atrayente pero toma otro significado, al menos para mí. Me ha gustado mucho reseña, la muerte es un paso que todos vamos a dar algún día, pero cuando te enseñan o te dejan ver las herramientas necesarias para que ésta no sea tan dura, para hacerla menos trágica, nos damos cuenta que es eso justamente, un paso más en la vida.
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