Título: Aguacero
Autor: Luis Roso
Editorial: Ediciones B
Primera edición: 2016
Género: Novela Negra
Nº Páginas: 408
ISBN: 9788466659215
Autor
Luis Roso nacido en Moraleja, Cáceres, en 1988 es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, en Filología Inglesa por la Universidad Autónoma de Barcelona y posee un máster en Literatura Española e Hispanoamericana.
Apasionado de la literatura, la historia, el cine y el deporte, actualmente trabaja como profesor de secundaria. Admira a Delibes, Cela, Ferlosio, Sender, Barea y Martín Santos.
Aguacero fue su primera novela, retomando a su protagonista Ernesto Trevejo en Primavera Cruel.
Sinopsis
Año 1955. El inspector Ernesto Trevejo recibe el encargo de investigar cuatro crímenes en un pueblo de la sierra madrileña donde se está construyendo un pantano: dos guardias civiles han sido torturados hasta la muerte; el alcalde del municipio y su esposa, ejecutados a sangre fría. Un posible asesino en serie podría aterrorizar a la región mientras se desarrollan las obras. El asunto debe ser resuelto –y silenciado- cuanto antes.
Siguiendo los pasos de una investigación que destapará odios, secretos e intereses ocultos, el lector se traslada a una España en blanco y negro. De fondo, el rumor incesante de la lluvia que acompañará al protagonista en su viaje a un escenario rural, remoto, casi salvaje.
El extraordinario debut de Luis Roso en el género noir es al mismo tiempo un adictivo thriller literario y una mirada nueva sobre los años más duros del franquismo.
Opinión
La lectura del libro que hoy traigo ha estado llena de peripecias, alguna más divertida que otra y es que es un libro que quería leer desde hace tiempo, y por distintas causas he leído después del que cronológicamente es anterior, Primavera cruel, pero no ha habido ningún problema y por una vez se ha demostrado que la paciencia es una virtud y ha merecido la pena conocer los orígenes del inspector Trevejo.
Tengo que decir que en este mi primer encuentro con Ernesto Trevejo me cayó mal, lo que demuestra lo bien retratado que lo ha dejado su autor. Pronto cambiaría de opinión sobre él, sobre todo cuando saca su artillería pesada de cinismo e ironía.
En Las Angustias, un pequeño pueblo de montaña situado al noroeste de la provincia de Madrid, han matado y torturado a dos guardias civiles sin que haya sido posible averiguar realmente quién ha sido el asesino, se echó un tupido velo sobre el tema, se efectuaron las detenciones que se creyeron oportunas, pero poco más. Ahora el pueblo se ve de nuevo sobresaltado por otras dos muertes, la del alcalde y su mujer; esto ya son palabras mayores por lo que es necesario mandar a alguien a resolver un caso en el que la Guardia Civil no ha estado muy fina. El refuerzo viene dado por órdenes directas de arriba y recae la investigación sobre el inspector Ernesto Trevejo. Difícil tarea la de resolver los asesinatos y encima encontrar ayuda y colaboración entre dos cuerpos que no se llevan demasiado bien.
Trevejo llegará al pueblo y trabajará en colaboración con un guardia civil de nombre original, Aparecido Gutiérrez, con el que a pesar de lo que podría suponerse, se produce una buena conexión. Este lo llevará a los lugares de los asesinatos a bordo de un sidecar, en unos días en los que no dejará de llover. Una imagen que me ha sacado más de una sonrisa. El contraste entre ellos dos, uno que viene de la ciudad con experiencia en el juego sucio y solapado en el que los odios se disfrazan de política, y el otro más rural, pero de mente ágil es una gozada.
Conforme vamos avanzando en una investigación que se ve claramente manipulada para dar carpetazo al asunto, nos vamos adentrando en una España en blanco y negro, en la que a pesar del tiempo transcurrido desde el final de la Guerra Civil sigue manteniendo el rescoldo de la marginación, el odio, la venganza, el rencor y el hambre que se pueden oler a cada paso. Un ambiente rural en el que todos conocen a todos y todo puede ocurrir.
Conoceremos a los responsables de la construcción de un pantano, los de arriba y los de abajo, los que únicamente se guían por la avaricia y los plazos de cara a los focos y esos otros que malviven en condiciones miserables llenas de hambre y enfermedad. Gentes que huyendo de la miseria de sus tierras andaluzas llegaron a un lugar tan pobre como el que dejaron atrás, con la salvedad de que ahora tienen algo que comer. Será fácil encontrar en ese ambiente al cabeza de turco que les servirá como asesino. Aunque Trevejo no se va a dar por satisfecho, hay demasiados flecos sueltos, y seguirá investigando al margen del canal oficial, resolviendo el caso de forma impecable.
Decir que lo he pasado bien es poco, me ha gustado la forma de escribir del autor, los diálogos creíbles y llenos de retranca, la buena ambientación, en la que se ha esmerado el autor, los personajes llenos de carisma, a las buenas y a las malas, a más de uno daban ganas de darle con la mano abierta, y por supuesto la investigación. Me he sentido mojada y con frío, con rabia y con impotencia ante la actuación de algunos individuos, la pena también me ha embargado por la maldad que se esconde tras las acciones de seres que únicamente se mueven por interés y por salir en la foto. Y he tenido una sonrisa cada vez que el inspector le soltaba a su superior uno de “Susórdenes”.
Queda claro que me ha gustado y que lo recomiendo, y su posterior entrega también me gustó, así que espero que en algún momento vuelva a trabajar y a hacer estragos entre la población femenina el inspector Trevejo. No os lo perdáis. Os gustará.
“Es duro, pero es así, mejor muerto que tullido, que a los muertos se les llora pero no hay que darles de comer”
“-¿Por qué se metió usted a policía?
- Porque no valía para ladrón. Ni para cantante. Ni para político.”
Saludos y a disfrutar leyendo.