Texto: Alejandro Palomas
Intérpretes
Ana Ibáñez Mencía
Itziar Luengo Beatriz
Montse Peidro Lía
María Martínez de Tejada Flavia
Celia Pérez Inés
Iluminación Michael Collis
Lugar: Teatro Echegaray,
Málaga
Fechas: Desde el 3 hasta
el 14 de diciembre
Ir al teatro era mi pasión, siempre lo ha sido,
también lo fue interpretar, pero la vida y las circunstancias te llevan por
otros derroteros, así que cuando me enteré de que Alejandro había teatralizado
la primera parte de El tiempo que nos une, me sorprendí
gratamente y cuando me enteré de que encima lo estaba ensayando y lo estrenaría
en Málaga, pues fue un subidón.
Tenía claro que el día del estreno sería un gran
evento y no era para mí así, que busqué más entradas, el día después y antes
del boom del puente sería un buen día. Trasteando vi que el teatro tenía el
patio de butacas a nivel del escenario, por qué no ponerme ahí, sería una
inmersión completa, y tanto, no imaginaba hasta qué punto.
Iba con miedo, para qué voy a negarlo, Mencía era mía,
era mi Mencía, y mi Lía, ¿qué pasaría?, ¿estarían a la altura de lo que imaginaba,
de lo que esperaba? ¿Cómo serían Flavia, Bea e Inés? Pronto lo iba a comprobar.
Y pasé a segundo plano, me dispuse a buscar qué me
iban a hacer sentir.
Te sientas en la butaca y comienza la cuenta atrás,
ves a las actrices, los gestos, el sonido, tu mente va recolocando lo que
conocías, lo que hasta ahora era de propiedad privada, y de pronto los
personajes vas reconociéndolos, ese tic, esa sonrisa, esas bromas, esa rabia,
ese coraje. Notas que conforme van pasando los minutos los personajes van
devorando a las actrices, o es al revés, lo que significa que hay una tremenda
simbiosis, poco a poco Mencía se va haciendo más y más grande, más y más
reconocible. La carcajada que brota espontáneamente con sus salidas, el dolor
desgarrador que sienten cada uno de los personajes, que nadie cuenta a nadie;
todas protegiendo sus secretos, protegiéndose bajo un muro de silencio. Hasta
que comienzan a contar, a ir despojándose de sus corazas y ya no son lo que tú
imaginabas, son ellas, están ahí de carne y hueso, y sonríes…y por supuesto
lloras, porque la carga emocional está intacta, lo han logrado. Cuando termina,
la garganta agarrotada por el llanto de esas mujeres que están tan solas, que
echan tanto de menos a Helena, pero a pesar de todo han sabido resurgir y
perdonar, te pones a aplaudir porque por fin las has encontrado, te han
encontrado.
Ya no hay miedo, solo hay una certeza, Alejandro ha
sabido hacerlo, ha conseguido dotar de todas las características a esos personajes
teatrales, el director ha sabido conectar y exprimir de ellas todos los rasgos,
ahí están esas estupendas actrices que lo han dado todo.
La charla posterior con Alejandro, con el director,
Jorge, el director de iluminación y con ellas fluyó de forma espontánea, con
complicidad con alegría por el trabajo bien hecho, por esperanza de seguir
adelante. Nos mostraron el duro trabajo que hay tras las bambalinas, los
ensayos, la investigación para crear los personajes, y obviamente el resultado.
Un resultado magnífico, y no es por pasión, porque a los que no conocían la novela
los cautivó, y a los que la conocíamos y por tanto llevábamos unas expectativas
nos convenció totalmente.
Mientras volvía a casa intentaba buscar a mi sufrida Lía
en lo que eran mis recuerdos y ya tenía una cara y unos gestos, al igual que
Mencía. Y pensaba en qué ocurrirá mañana, en el mañana de ellas, y cómo lo
afrontarán. Juntas como siempre, sacándose de quicio, pero queriéndose ante
todo porque son fuerza y familia.
No sé si he conseguido transmitir una pequeña parte de
lo que disfruté esa noche, lo he intentado, y os recomiendo que si estáis o
pasáis por Málaga no dejéis de ir al Teatro Echegaray a conocerlas. Llevad la
mente abierta y un par de pañuelos, que el carrusel de emociones no os va a
dejar descanso. Lo vais a disfrutar mucho.
Gracias a Alejandro por ser como es, por haber ido
creciendo y evolucionando sin abandonar por un momento su esencia.
Saludos y nos vamos leyendo.