Título:
Pasar haciendo caminos
Editorial: Ediciones
del Genal
Primera
edición: 28 de noviembre de 2018
Colección:
Magunta
Portada: Carmen Larios
Nº
de páginas: 80 páginas
ISBN: 9788417604240
Género:
micronovela, narrativa.
Autora
Presina Pereiro, nacida en Málaga, viajera, lectora y
escritora vocacional. Licenciada en Filosofía y Letras y se dedicó a la
investigación histórica a partir de su tesis centrada en el siglo XVI, becada
por el CSIC, adscrita a la UMA, funcionaria, feminista, activista Ha colaborado
en diversas publicaciones como Jábega o Baetica. No dejes de buscarme (2017)
fue su primera novela publicada, Crónicas del mal amor (2017), El otro lado del cristal (2018).
Sinopsis
Hortensia nos cuenta todo su dolor al perder a su hijo
y tener que dejarlo todo huyendo de una cruenta guerra que lo arrasa todo a su
paso. Su duro camino en busca de la libertad y el bienestar.
Opinión
He leído los libros anteriores de Presina y en esta
micronovela me ha vuelto a impactar. Me debato entre contar y no contar, pero
necesito que comprendáis los sentimientos que me embargaron en cuanto comencé a
leer.
Una madre desgarrada toma una decisión, se va, es imposible
seguir viviendo ya entre los escombros del que fue su pueblo, del que era su
hogar. La aviación se ha empeñado en no dejar piedra sobre piedra en el pueblo en
el que vivía, si alguien ha quedado vivo ya se encargan de buscar casa por casa
hasta matarlo. El odio, el rencor y el miedo son ya los únicos habitantes de
ese pueblo fantasma en el que los cuerpos o lo que queda de ellos sirven de
comida a los cuervos, esos centinelas pavorosos. Su hijo ha muerto y no quiere
ni pensar en él porque entonces no sería capaz de seguir adelante, y tiene
otros dos hijos por los que luchar.
Tienen un contacto y le pagarán porque los saque de
ese infierno. Su hermana y su sobrina también se van. Llevan lo justo, no
pueden llevar mucho más. No hay comida, hace un calor angustioso y formarán
parte de una caravana que huye del horror.
Es impresionante, no es Siria, cuando comienza a
llamar a los personajes por sus nombres, te das cuenta de que no es un relato
de la gente que huye de Siria y su maldita guerra. Se trata de una mujer
española, Hortensia, que huye con su
hermana Violeta y con sus hijos de
un pueblo arrasado en la zona roja en nuestra guerra civil.
Hombres que trafican con personas y que por dinero los
llevan de camino a la frontera, que las traicionan. Caravanas de personas
muertas de hambre y frío que, en medio de enfermedades y padecimientos, sin
apenas comida se dirigen a pasar la frontera, a llegar a un país que se supone
los acogerá.
Cuando te das cuenta te quedas en shock, son tantas
similitudes entre aquello que ocurrió y lo que ocurre día a día en las aguas
del Mediterráneo. Lucha por la supervivencia, escapar del horror. Da igual el
país, da igual la guerra, los sentimientos son los mismos.
Las víctimas no son solo los soldados, como en
cualquier guerra, son las mujeres que se quedan atrás. Mujeres que hacen lo que
sea por sus hijos, mujeres que son tomadas como botín por los ganadores y son
usadas…pero también son usadas por los suyos. Simples trozos de carne de cara a
sus violadores. Mujeres que se sienten culpables de no haberse resistido, de no
haber buscado otros caminos. Mujeres que tendrán que mirar a esos nuevos bebés
nacidos de la violencia en los que no reconocen y quizá eso es lo mejor, los
rasgos de sus padres. Nombres de flores para las protagonistas, Hortensia,
Violeta, Begoña, Rosa, como una llamada a la belleza en medio del horror.
Hortensia nos va a narrar su viaje hasta llegar a
Francia, las penurias, el frío para pasar los Pirineos, el miedo al cierre de
fronteras que no las deje salir de país. La llegada a Argelès-sur-Mer tan
diferente a lo que imaginaban, la sensación de impotencia cuando vio que desenrollaban
alambre de espino a su alrededor, que en su inocencia al principio piensa que
es para que no les roben a sus hijos. Pronto verá que se convierte en un campo
de concentración al borde del mar, un campo de muerte sin medios de ningún tipo
donde la muerte era habitual compañera.
Resulta increíble cómo en tan solo 75 páginas se puede
concentrar toda una historia, que aun no siendo real, pudo haberlo sido. Es la
documentación de lo que ocurrió durante la última fase de nuestra guerra civil.
La autora no pone ni una sola palabra de más, pero en ellas está encerrado todo
lo que ocurrió con toda su crudeza.
Con esta novela la autora quiere que tomemos
conciencia de la realidad de las personas migrantes y del drama de los
refugiados, además ha querido donar para ello, los beneficios a la organización
Málaga Acoge. En ese juego de equívocos es también protagonista la ilustración
de la portada que muestra a personas caminando, mujeres y niños y una valla
fronteriza.
Yo después de leerla solo puedo recomendarla, porque
está llena de potencia, de sentimiento y con la increíble forma de narrar
sencilla e impecable que tiene esta autora.
Un pequeño inciso, en estos días convulsos no estaría
de más leerla para que la historia no caiga en el olvido, para que pensemos que
siempre hay guerras, hay líneas fronterizas y el destino puede hacer que
caigamos de uno u otro lado.
“Él
me ha dicho que no debo juzgarla, sino comprenderla, que la moral en los campos
de refugiados, en los dominios de la miseria, se deforma, se adapta, se modela
para permitirnos sobrevivir”
“Al volver he visto a los gendarmes
rodearnos con una alambrada de púas, supongo que será para protegernos, para
que no nos roben ni se lleven a nuestros niños. Mañana preguntaré. Desde luego,
podían haber tenido algo más previsto, no sé, al menos letrinas o electricidad,
o tiendas de campaña…bueno, no importa, estamos acostumbrados a pernoctar al
relente”.
Saludos y a leer.